Cómo bajarle los humos a una persona dominante

insistente

Todos tenemos que enfrentarnos con bastante frecuencia a una persona dominante. De las que no paran hasta que les das la razón. Que no te dan su opinión, te instan con vehemencia a que te sometas a ella, sin atender tus razones, sin negociar un consenso. Y no paran hasta conseguirlo.

 

Bueno, pues yo tengo mi pesadilla particular con una persona así. De hecho, es la madre de una compañera del cole de mi hija. Así que la veo todos los días a la salida de las clases. Había conseguido olvidarme de ella en verano, pero con el inicio de curso ahí está ella, con sus «grandes problemas» con el colegio (cada año encuentra un caballo de batalla por el que estar peleando, eso sí, sin actuar en consecuencia nunca) , repitiendo a gritos una y otra vez el mismo argumento (como un disco rayado) y sin dejar hablar a nadie más que a ella misma. De hecho, es muy curiosa la forma en la que entra en el recinto, a modo de radar, mirando a un lado y otro hasta que encuentra a su «víctima». Entonces, acelera el paso y la aborda, aunque esa persona esté hablando con alguien más.

Aún así, yo tengo suerte porque la solución es bien sencilla: la evito. Pero, ¿y si nos toca una persona de este tipo en el trabajo o, peor aún, en la familia?

Pues una vez más, la comunicación no verbal puede ayudarnos a frenar un poco su comportamiento dominante. Este tipo de personas suelen inclinarse hacia delante cuando te hablan, para invadir tu espacio personal y someterte. La primera vez que te lo haga, seguramente te pillará desprevenido y no podrás reaccionar. También me pasó a mí. Pero, a la siguiente, invade tú antes de que te invadan a ti. Esto es como una batalla: el que invade antes, gana.

Otro truco que puedes utilizar es el de adoptar una postura dominante: pon los brazos en jarras, el pecho hinchado, el mentón elevado y las piernas algo abiertas (no hace falta que lo hagas todo, con uno o dos elementos es suficiente). Si la otra persona es hombre, ponte justo de frente a él. Los hombres se sienten «atacados» cuando alquien se les pone justo delante, frente a frente. Le estarás «plantando cara». Esto no funciona así con las mujeres.

 

Si los dos sois hombres y os saludáis habitualmente con un apretón de manos, es muy probable que te haga un apretón reforzado alto . Esto es, mientras te da su mano derecha, te pone su mano izquierda sobre el hombro. Puede parecer un gesto de amistad, el reforzar el apretón con la izquierda. Esto es así cuando la mano izquierda permanece sobre nuestra mano o hasta el codo. Pero, conforme va subiendo por el brazo, va dejando de ser amistoso para ir convirtiéndose en dominante, con su máxima expresión cuando llega al hombro. Si eres rápido de reflejos, puedes devolverle en el momento en apretón reforzado poniendo tu mano izquierda sobre su hombro.

Justin Trudeau y Donald Trump

Si te pilla desprevenido, puedes darle unas palmaditas en la espalda en cuanto acaba el apretón, a modo de «buen chico». Y si te ha pillado totalmente a contrapie, utiliza cualquier momento de la conversación para tocar levemente su hombro. Esto último también sirve para las mujeres.

Otra caracterísitica de estas personas es que no dejan hablar. El asentir constantemente conforme hablan no ayuda a que te dejen meter baza. Cuando quieras intervenir y no te deje, puedes dejar de asentir y, si es posible, de parpadear. Le estarás enviando señales a su cerebro de que no le estás prestando atención. Es probable que te deje entonces hablar.

Por último, el volumen de la voz. Suelen hablar muy fuerte. Te aconsejo que, en lugar de subir tú también el volumen, hagas justo lo contrario: habla más bajito. Eso les obligará a afinar el oído y, como consecuencia de esto, bajarán el volumen.

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